lunes, 15 de septiembre de 2008

RAMON CHAMORRO: EL ULTIMO BUHONERO

Hace tiempo que me persigue la idea de rendir homenaje a Ramón Chamorro, el último buhonero que recorrió nuestros pueblos con su cajón, su manta y su gallata.

No puedo contar su historia ni su vida, ni tan siquiera describirlo con cierta exactitud, pues encestaríamos escribir todo un libro sobre él. Solo pretendo evocar un recuerdo de los que lo conocimos, dar un homenaje a su figura y contar algo a los que no lo conocieron para que también pertenezca de alguna manera a su bagaje cultural.

Si, efectivamente, me refiero a Ramón "El del Cajón", de Aguilar de Anguita, al que todos los nacidos hasta 1970, aproximadamente, recordamos con cariño.

Ramón llevaba consigo un cajón de madera de 100x60cm y 40cm de alto (aunque con las correas de la tapa estiradas llegaba hasta los 60cm). Cajón de sorpresas, reliquias y penas:

- Gomas para costura " de dos cordones para bragas y de cuatro finas para calzoncillos", agujas, cintas, pasamanería, botones, imperdibles, hilos, corchetes, automáticos y pequeños artículos de mercería en general.

- Crema " Globo o Famos" para las manos agrietadas de nuestros labradores y pastores, jabón de olor, colonia de Espliego, brillantina y agua de rosas.

- Aspirinas, Optalidón, pastillas Koki, laxantes y, dicen, algún condón.

- Cuentos grandes, fábulas, mini cuentos y Cuentos de Calleja (los auténticos)

Resumiendo, llevaba un poco de todo. Seguramente cada uno de vosotros recordareis mas cosas; eso sí, todo desde una perra gorda hasta cinco pesetas como máximo, pasando por dos reales.

Llegaba al pueblo e iba casa por casa: en cada una una historia, un chascarrillo y una oración. Los niños disfrutáramos haciéndole remover todo el cajón y jugando con él:

- Ramón, haz el violín
- Haz la guitarra
- Pon caras feas
- Quítate las gafas (muy gruesas) y haz momos.

Él accedía a todos nuestras peticiones con una sonrisa y la onomatopeya mas adecuada.
Los cuentos, los cambiaba, una vez leídos, en la próxima visita(solo comprábamos uno, a peseta, para siempre) y, a veces, nos los leía (varios) a cambio de nada.

En cada casa se le compraba algo, casi siempre por compasión, para colaborar a su mantenimiento y en forma de egoísta limosna; y en casi todas comía o cenaba, según conveniencia. Yo, personalmente, recuerdo que se quedaba en casa desde el día de la matanza hasta la matancilla (tres días) y, como no, venía a comer el día de la Fiesta de Anguita (Era primo de mi abuela materna).

La gallata (garrota de pastor) llevaba gravadas a navaja todas las vírgenes de iglesias y ermitas que visitaba: Virgen de los Olmos (Maranchón), Virgen de la Salud (Barbatona), y varias mas que no recuerdo (creo que eran 12) presididas, eso sí, por La Robustiana (Virgen del Robusto, de Aguilar), de la que fue santero y ermitaño.

También llevaba un rosario hecho con cadenas que, cuando se lo colgaba del cuello, le arrastraba al suelo, además de la boina, el traje de pana de rigor, y una manta de caballería " de cuadros", de cañamo batanado, como todas las de entonces.

Recorría ANDANDO todos los pueblos de la comarca, desde Barbatona hasta La Riba de Saelices, Abánades, Huertahernando, Sacecorbo, Esplegares, Luzón, Ciruelos... y en todos ellos guardan el mismo recuerdo de su persona. Él hizo sonar el nombre de Aguilar en toda su zona más que ningún otro personaje. Tubo que soportar tormentas, riadas(una de ellas, en el barranco de la virgen de Aguilar, cuando iba a "dar buelta a la ermita" lo dejó enfermo dos meses y le arrastró la gallata y el cajón, que tubo que renovar), viento y sol de justicia, incluso escuchar reproches de cuatro payasos.

No podría acabar este artículo sin hacer referencia a su beatería y bondad, pues era muy religioso, piadoso, benébolo, comprensivo y, a la vez, tolerante (quizás por no ser clerigo), rezando, como ya dije, en todas las iglesias de la zona y compartiendo su tiempo de buhonero con el de santero de Aguilar. Hacía penitencia de verdad (se dice que tenía una piedra de almohada). También era pobre, el pobre oficial del pueblo.

- Ramón y cajón,
Santo, santero, santón y pilonero,
cuenta cuentos y buhonero,
Titiritero del hambre, hombre del tiempo y romero;
siempre romero.
- Con los vientos de Marzo bajo el brazo,
con las lluvias de Abril
y mechas para el candil,
te has hecho un regazo
bajo el tejado de algún redil.
- En las ermitas que visitas
solo encuentras paz interior,
quedando el cobijo, el pan y el amor
para algún deán o para las hermanitas
- Ramón ramonero,
santo y buhonero
si en tu cielo dejan algún lucernario
asómate y verás con desespero
como el cajón, la garrota y el rosario
han cambiado, como tu muestrario,
como la sociedad, como el romero,
dando paso a la televenta,
el espacio web y el edor del dinero
y tu, aun siendo mas austero,
eres mas verdadero,
pues te recordamos con cariño
como el último buhonero.

6 comentarios:

Fujur dijo...

Lástima no haber podido conocer a este gran personaje! Sinceramente... no sé cómo demonios no me lo comentaste para haberlo puesto como comerciante de aquellos años! jeje, hubiera sido buen dato verdad? ;-)

qué alegría ver que esto tira... (creo no ser el único que sigue esperando tus jotas y canciones!) Si ya pudiéramos "crear" charlas, discusiones... a través de los comentarios... sería la reostia!

un abrazo Maestro!

fito dijo...

Historias como esta son las que los Anguiteños nos gusta conocer.
Habia oido alguna vez que un hombre venia a vender con un cajon, pero nada mas.
Me gustaria que historias como estas no se pierdan con nuestros mayores.
Animo a todos a escribir mas.

Anónimo dijo...

Gracias, estaba en un rincón de mi infancia, gracias por traerme a aquella niña...aquel abuelo...aquel pueblo. Gracias Teo, Gracias Ramón.
Fdo.:Susi

Soriang dijo...

Me emociono al leer esta historia. Yo no tuve la suerte de conocer a Ramón pero desde niña he oído a mis padres contar cómo era este gran personaje.
Según me han contado, Ramón también era un poco "brujo". Cuando mi madre estaba embarazada de mi, él aseguró (cuando aún no había pruebas médicas para saberlo) que yo iba a ser una niña. Mi madre le prometío 20 duros si se cumplía su vaticinio. Por desgracia, Ramón falleció antes de que mi madre pudiera cumplir su promesa.
No podía dejar de escribir aqui estas palabrejas. Ramón, estés donde estés te envío un abrazo y 20duros :)

JJAM dijo...

yo conoci a este gran personaje pues naci en Aguilar,y donde acudia las vacaciones a casa de mi abuelo, y recuerdo a Ramon con gran cariño por todos los buenos ratos que pasabamos los chiquillos con é. Hombre bondadoso y piadoso y por eso me alegra mucho que alguien haya tenido la idea de recordarlo.

Salvador Navarro dijo...

Buscando fotos antiguas de buhoneros he dado con tu entrañable historia, muy cercana a la que yo estoy preparando para colgar en mi blog overariberadelalmanzora.blospot.com sobre Juan "el guiñapero", de Huércal-Overa.
Te felicito