sábado, 18 de diciembre de 2010

Representación de "El Bandido Negro" hacia 1920

Lo que viene a continuación es un relato redactado por mi padre, Gregorio Ibánez Carrera (1902-1977), como parte de sus memorias. Espero que os guste y permitidme ofrecéroslo como un especial regalo de Pascuas.


D. Amado era el Maestro del pueblo. Por el día daba clases a los niños. Por la noche, de 8 a 10, clases nocturnas. Éramos unos 40 mozos de los que asistíamos 15 aproximadamente; los que sabíamos un poco deseábamos con ilusión ampliar nuestros modestísimos conocimientos culturales.

D. Amado nos propuso hacer una comedia tituladas "EL BANDIDO NEGRO". Los personajes seríamos los mozos y las mozas. La única persona mayor y con carrera era D. Amado y que, por cierto, lo hacía muy bien, por lo menos así nos lo parecía a nosotros y al público, en general.


Llegó la Semana Santa y, el Domingo de Pascua, LA FUNCIÓN. A las 8 de la noche, en el Salón Grande del Ayuntamiento, previo pregón del Alguacil, por la mañana y por la tarde. Decía así, después de sonar la trompeta:

"SE HACE SABER, A TODOS LOS HABITANTES DEL PUEBLO, QUE ESTA NOCHE A LAS OCHO, HABRÁ FUNCION DE TEATRO EN EL SALÓN GRANDE DEL AYUNTAMIENTO.

LA COMEDIA SE TITULA: EL BANDIDO NEGRO. LOS ARTISTAS: MOZAS Y MOZOS DEL PUEBLO, DIRIGIDOS POR EL MAESTRO, D. AMADO.

Precios: Una peseta los mayores, pudiendo llevar, por el mismo precio a un niño hasta de 10 años.

De 11 a 15 años = 0'50 céntimos."

A los artistas nos dieron dos entradas. Mi madre y mi hermana entraron con las dos entradas; mi padrastro quiso entrar también pero no le dejaron, tuvo que pagar y, murmurando a su estilo, entró, soltando todos los tacos que quiso.

A las 8 en punto se levantó el telón. El Rey aparece en escena, debidamente vestido de rey, con su bigo­te largo y una perilla canosa. Empecé así:

"Era una mañana de abril, el Sol sus garras de oro extendía sobre el campo de la acción..." Así, durante cinco minutos. Intervenían otros artistas y cuando ya se terminaba el acto primero, intervine yo: –"¡Cuántas vidas perdidas! Pero, he­mos vencido al Bandido Negro".

En este momento aparecía él, furioso. Me echaba un narcótico en los ojos y yo, al notar que no veía: "¡Samuel, estoy ciego!" "¡Maldición!" "¡Maldición!" Mi criado de confianza, presuroso, me co­gía del brazo y, en este momento, bajaba el telón.

Se rompió la cuerda y tuvimos que recibir los aplausos en el borde del escenario y entrar al interior por un lado. Hizo más gracia esta rotura que nosotros.

PRUDENCIO LATORRE: Bandido Negro

Mi prima ESTEFANÍA: mi esposa

FELIPE CLEMENTE: mi guardaespaldas

CATALINA SERRANO: esposa del Bandido Negro

El resto de los artistas, chicas y chicos del mismo pueblo.

Yo me aprendía el papel labrando; cuando volvían las mulas del final del surco, miraba el cuaderno y durante el recorrido lo repetía tres o cuatro veces. También después de comer, en vez de echarme la siesta, y por las noches hasta que me quedaba dormido.

Contar más cosas de la obra sería pesado. Únicamente diré que se trataba de una guerra y que el Rey narraba sus hazañas victoriosas, creyéndose vencedor, y resultó venci­do y ciego.