sábado, 15 de noviembre de 2008

El legendario Moncayo

La antigua Turiaso, hoy Tarazona (Zaragoza), luce una bellísima portada renacentista en la fachada de su ayuntamiento. En ella, junto a una representación de la coronación del Emperador Carlos V, lucen tres imágenes de especial contenido simbólico-mitológico: Pierres, Caco y Hércules. A primera vista nada peculiar, pues como en otras tantas ciudades de España, la tradición sitúa a Hércules como fundador de la vieja urbe aragonesa siendo, tal vez en este caso más que en otros, la leyenda de especial interés.

Quizá en aquélla que sea la más profunda de todas las Españas, exista un país de leyenda, un lugar mitológico del cual sólo queden pequeños rastros, sutiles huellas. Carrascas, sabinas albares, endrinos, espinos, y ante todo, tomillos y trigo, configuran el carácter de esta fría tierra, fuerte y guerrera. Coronando el “país de los celtíberos”, región de Celtiberia, está su monte sagrado, mojón entre Soria y Aragón, punto de unión entre los antepasados maños y castellanos. Moncayo es su nombre, ésta una de sus muchas leyendas.

Tal y como contara D. Antonio Beltrán Rodríguez (insigne historiador aragonés), no es extraño que el alto monte fuere motivo de mitos y leyendas. De hecho, otros picos de la geografía aragonesa, como el Monte Perdido o el Aneto custodian historias de semejante inspiración (ejemplo es la identificación del nombre Aneto con el dios íbero “Neitin”, según una estela hallada en Binéfar). En lo que al Moncayo se refiere, cuenta la leyenda que fue en él donde se realizó uno de los Doce Trabajos más célebres del héroe greco-romano: la caza del león de Nemea.

Marcial, el gran literato romano (oriundo de Bílbilis, Calatayud), identificaba etimológicamente al monte con las canas de un anciano (“senemque Caium nivibus”), si bien, sus “descendientes” aragoneses (haciendo gala de su proverbial “sencillez” y “falta de exageración” en cuanto a describir lo propio se refiere), identificaron Moncayo con el Monte de Caco, el legendario ladrón, (“Mons Caci”).

Los romanos veían a Caco como a un peligroso gigante, mitad hombre, mitad sátiro. Hijo de Vulcano, Caco se alimentaba de carne humana (colgando las cabezas ensangrentadas de sus víctimas en la entrada a su cueva). Covarrubias decía de él que «siendo ladrón famoso hacía grandes estragos de robos, muertes e incendios». En lo referente a su descripción, las diferentes leyendas son contradictorias, como no podía ser de otra forma, en relación con este peculiar sujeto. Unos cuentan que fue vencido por Hércules, otros que Caco le perdonó la vida a éste, una vez resucitó de su inicial derrota. La versión “turiasoniense” versa algo diferente.

Hércules y Pierres (su compañero), quisieron ir en busca del inquietante malhechor, con la mala suerte de no alcanzar a localizar cuál era su morada. Allá por donde creían poder encontrarlo, se toparon con una gigantesca mujer que estaba arando sus campos. La mujer, serrana en cuanto a su descripción (recordar las del “Libro de Buen Amor”), les señaló la guarida de aquél que resultó ser su hermano, ¡cogiendo los bueyes y el arado para señalizarlo!.

Una vez encontraron la “cueva de Caco”, se toparon con el ladrón, justo cuando éste estaba disfrutando de un ágape acompañado por buen vino (una tinaja de veinticinco cántaros de cabida). Los amigos compartieron los víveres, yendo después a cazar, no sin demasiada suerte. Justo cuando volvían desanimados, un gran león se abalanzó sobre ellos, siendo Caco quien lo cazó e hizo una capa con su piel. Impresionados nuestro héroe y su amigo, Pierre se cargó una vaca al hombro, sin mayor esfuerzo, demostrando que él era igualmente fuerte. Hércules, o Heracles según sea en su versión latina o griega, no se quiso quedar atrás, y arrancó un haya entera para usarla de bastón. Una vez acabaron su peculiar “salida campestre”, nuestros protagonistas volvieron a Tarazona.

Definitivamente, si de sacar una moraleja o conclusión se trata, se mire por donde se mire, tal y como nos recuerda Beltrán Rodríguez en su narración, el Moncayo sería símbolo de virilidad, fortaleza inexpugnable en tierras firmes y férreas, pasto de batallas y leyendas. En Anguita, aún hoy en día, es común decir, cuando se acercan los primeros fríos, “ya ha nevado en el Moncayo”, y, de hecho, los celtíberos siempre lo consideraron una deidad merecedora del más sacro respeto (pues de sus entrañas se extraía el mineral de hierro con el que hacer sus armas).

Bibliografía:
Beltrán Rodríguez, Antonio, "Etnología y antropología cultural en la comarca del Moncayo", publicado en TVRIASO, Tarazona, Centro de Estudios Tvriasonienses, 1992.

Enlaces:
- Moncayo in Autumn; Moncayo en Otoño, de Eloy Cotallo
- Litografía con motivo en Caco (Beham, (Hans) Sebald (1500-1550): Hercules killing Cacus at his cave, from The Labours of Hercules (1542-1548). Engraving, 1545. B.104, P.102. 2 X 2 7/8 inches, possibly i/iv. A very good, strong impression, the area around Cacus somewhat dryer than the rest of the image (possibly characteristic of the print), with thread margins.)

3 comentarios:

fito dijo...

Curioso lo de Hercules, llego desde donde estan sus columnas (Cadiz) hasta la cima del Moncayo.
En la ruta que voy apublicar proximamente se ve el moncayo nevado desde el Campo (Taranz)

Jose Angel dijo...

Maldito Fito, se me ha adelantado!! :P

Yo que iba a cometar que los días claros se ve el Moncayo... Ahora de cara al invierno habrá muchas posibilidades de verlo.

Saludos!

Fujur dijo...

No es peguéis! jeje ;-)

Intenté hacer una foto con el Campo Taranz y el Moncayo al fondo... pero me fue muy difícil (pues la definición, en cuanto al monte, era mala...). quizá se hubiera podido con otra cámara, no sé.

voy a buscar la foto como curiosidad, y la pongo en el artículo! a ver...